"Han sido unos meses interesantes, por decir algo. Ahora que he encontrado refugio en una vieja cabina afuera de Viridian City, o lo que queda de ésta, he decidido preservar mis experiencias de este desastre.
Quién sabe, igual alguien podría escucharlas en el futuro. Mi nombre es Steven Carson, y fue un entrenador de Gimnasio en Cinnabar Island. Tal vez puedan escuchar el ligero zumbido de mi Pokémon detrás, ese es Magnum, mi Magneton.
Lo encontré hace tres años vagando en las ruinas de la mansión Cinnabar, y por lo que pude ver, perteneció a alguno de los científicos que trabajaron ahí. Eso explicaría porqué fue particularmente difícil atraparlo.
Bien entrenado, fuerte, pero no era rival para el Combusken que tenía entonces. Combusken ya evolucionó desde entonces, y está allá afuera vigilando el perímetro mientras hablamos. Recuerdo el día que empolló, un regalo de mi prima en Hoenn, Flannery.
Todavía recuerdo la sonrisa de Blaine cuando le dije que iba a nombrar a mi Torchic en su honor. Una sonrisa que nunca veré de nuevo, temo. Blaine fue... una de las primeras víctimas de la aflicción que afecta al mundo actualmente.
Lo recuerdo hasta este día, corriendo y mirando atrás para ver el horror en su rostro mientras su propio Magmar mordía su brazo. Un rostro que recuerdo siempre cada que envío a mi Blaziken a pelear.
Era un buen hombre, Blaine; inteligente, divertido, un buen líder de Gimnasio también
Cuando me refugié en las colinas que rodeaban el volcán, todo lo que podía pensar era encontrar al responsable de lo que sea que le hubiese pasado a su Pokémon. Claro que, nunca tuve mi oportunidad, pues la maldita cosa era un... error de la naturaleza.
Pokérus mutado, o algo así dijeron los medios.
No dijeron donde empezó, creo que en algún lugar de Johto, pero viajó realmente rápido.
Este... virus, lo que sea que fuese, cambiaba a los Pokémon. Se metía en sus mentes, los hacía enfermar. Ví como pasaba, estaba en el centro Pokémon cuando ví a mi propio Torkoal sucumbir ante ello.
Otro regalo de Flannery, ella siempre fue muy generosa, queriendo que siguiera sus pasos. Torkoal no vivió mucho, apenas y lo conocí. Lo mordió un Rattata mientras entrenábamos en l amansión, y claro, la pequeña rata pagó el precio por morder a un tipo fuego, pero el daño ya estaba hecho. Estuve a su lado cuando ví los ojos de Torkoal cerrándose por una última vez y su último respiro.
Esto estaba pasando en todo el país, había historias inundando los noticieros, sobre Pokémon salvajes comportándose erráticamente, mordiendo y arañando hasta que no podían continuar.
Entonces comenzó la infección, entrenadores abarrotando centros Pokémon por cientos y quejándose de que sus Pokémon estaban colapsando. Todos murieron, uno por uno. No creo recordar una sola historia de un Pokémon sobreviviendo siquiera un arañazo de los infectados.
El problema fue... que no permanecieron muertos.
Lo ví por mi cuenta mientras estaba lamentándome por mi Torkoal, me senté por horas a su lado solo mirando. Nadie me pidió que me moviera o nada a pesar de la conmoción, pues Cinnabar estaba realmente en calma al inicio.
Fue luego de cuatro horas que me dí cuenta, un pequeño espasmo en su pata delantera. Naturalmente, estaba asustado a más no poder, pues la enfermera dijo que había muerto hace horas, y su caparazón estaba frío, pero se movía. De pronto, se puso de pie, justo como los otros.
No sabía que esperar, pues tenía sentimientos encontrados. No sabía si llorar o reír, pero entonces me dí cuenta de que no estaba respirando. Eso fue lo que me asustó. No tuve tiempo de tomar una decisión, pues se abalanzó hacia mí antes de que pudiera hacer algo. Al ser casi de roca sólida en ese momento hizo que se volviera sumamente lento, así que lo esquivé fácilmente. Llamé a las enfermeras, saqué a Blaine de su Pokéball y lo miré.
Tan mal como estaba, aún así sabía que este no era el pokémon que había visto morir frente a mí, esto era otra cosa.
El virus lo controlaba y había reemplazado al amigo que conocía. Aún tan desgarrador como era, supe qué había qué hacer, y también Blaine. Retrocedí mientras escuché la roca volviéndose polvo ante una serie de patadas que sabía que no tenían la misma pasión que usualmente tenía mi Blaziken. Sabía que era una especie inteligente de Pokémon, y seguro estaba tan consternado como yo.
No sé porqué, pero me sentí obligado a salir del centro tan rápido como pudiera. Caminé desde el cuarto trasero para ver a una ve las enfermeras acorralada por un Staryu, con un color negro como el cielo nocturno en la joya normalmente brillante de su centro. Retiré a Blaine y envié a Magnum, quien se encargó rápidamente de eso.
Tener órdenes de matar no era algo a lo que mis Pokémon estuviesen acostumbrados, pero se hicieron rápidamente a la idea de que esto no estaba bien. Fue algo bueno que nos largáramos cuando pudimos, pues resulta que alguien en el centro había sido mordido, y fue aquí cuando nos dimos cuenta de que no solo los Pokémon sufrían esta enfermedad.
Desde entonces fue un caos total.
La gente entró en pánico, el orden desapareció y era cada quien por sí mismo. Antes de que las líneas de comunicación fallaran, me enteré de que Saffron City fue la más golpeada, con algunos de los infectados originales llegando en el Magnet Train desde Goldenrod.
La milicia había estado dándoles con todo, pero estoy seguro que había problemas más grandes allá afuera.
Escuché que la Elite Four había sido enviada a Cerulean para tratar con algo dentro de la caverna que estaba cerca. Cemonios, no sé qué era, pero sí sé que hay cosas muy poderosas hí.
Flannery me dijo que Hoenn ya había sido afectada, probablemente una nave de Olivine causando problemas en Slateport.
No pude tener otra oportunidad de hablar con ella desde entonces. Espero que aún esté bien.
Cuando... si es que termina, tal vez iré a Fallarbor Town. Mi hermano Terry quizá siga viviendo ahí, en casa de papá. Ni idea donde esté papá, él se fue con su Salamence luego de que mamá nos abandonó.
God, ¿dónde estaba? Ah, sí. Bueno, luego de que la mierda se desbordó en Cinnabar, decidí que sería mejor moverme. Tomé cuantas provisiones pude cargar y me encaminé al muelle al norte. Conociendo mi suerte, no había un bote en kilómetros.
Al ser un recluta de Gimnasio, estaba más entrenado en el manejo de Pokémon de tipo fuego. No sabía nada sobre tipos agua.
Aún así, no habría querido surfear en esas aguas, quien sabe qué podría haber sido infectado allá abajo. Fue realmente poco ortodoxo, pues decidí que Magnum era mi mejor opción.
Lo envié, apuntándole a Pallet Town, más allá del mar; y me sujeté de dos de sus magnetos. "Magnet Rise", dije, y despegó. Llevábamos unos 20 minutos volando cuando me dí cuenta de el enorme esfuerzo que esto suponía, sin mencionar el que sufrían mis brazos al sostenerse con una mochila llena de comida y herramientas.
Me dejó en un islote a medio camino y entonces decidí sacar a Blaine para un pequeño desayuno.
No lo oímos al principio, probablemente hacíamos más ruido al comer, pero el llanto se intensificó eventualmente y Blaine me lo indicó. Había un Lapras salvaje a unos 20 metros de nuestra pequeña isla siendo atacado por un Tentacool. Reconocí la mirada en los ojos del Tentacool, estaba muy lejos de seguir vivo. Magnum había descansado, así que lo envíe para encargarse del atacante del Lapras. Un relámpago más tarde y regresó con lo que solo puedo creer que era una mirada satisfecha en sus ojos, en los tres. Nuestra buena obra del día no había pasado desapercibida, pues el aterrado Lapras nadó hacia nosotros, como si confiara más en nosotros que en un mar lleno de zombies.
Nunca fui bueno con los tipo agua, no me gustaban mucho las cosas babosas, pero no le iba a decir que no a otro compañero en esta expedición por la supervivencia. Le dí algunas bayas de mi mochila, a pesar de la desaprobación de Blaine, y nos llevó el resto del camino hacia las costas de Pallet Town. Magnum se probó útil continuamente en el camino, pues ese Tentacool no era el único buscando una forma de diseminar su infección.
Me trepé al muelle del sur de Pallet Town y regresé a Magnum a su Pokéball. Miré al Lapras, preguntándome como se sentiría al ser capturado sin pelear, pero parecía querer estar a mi lado.
Tomé una Pokéball vacía de mi cinturón, apreté el botón para hacerla expandirse a su tamaño total y me paralicé al ver una sombra masiva apareciendo en el agua tras el Lapras.
Antes de que pudiera hacer algo más que gritar, el Gyarados más jodidamente enorme que hubiese visto en mi vida, saltó de la superficie del agua y mordió fuertemente al noble Lapras que nos había traído hasta aquí. El sonido de los colmillos rompiendo el caparazón de la pobre criatura es algo que no podré olvidar. Hacer un amigo y perderlo ese mismo día ante una serpiente marina más grande que una casa.
Gran forma de celebrar mi cumpleaños 22.
¿Qué pasa, Blaine? ¿Algo afuera? ...Uh huh, okay, descansa. Magnum seguirá manteniendo guardia por el resto de la noche. Aún así, no creo que duerma hoy.
…
…
No sé qué tanto del lenguaje humano entiendan estos sujetos, pero estoy seguro que les he enseñado unas cuantas maldiciones en camino a Pallet Town. Considerando todo, el lugar estaba desierto. Encontré esto muy extraño, sobretodo por el número de Pokémon en el laboratorio de Oak.
Oh, cierto, se retiró hace unos años. Sigo olvidando que no he venido a Pallet en siglos.
Me pregunto si su nieto es aún el líder del Gimnasio Viridian. Bueno, decidí checar el viejo laboratorio de Oak primero. Incluso si no había nadie ahí, me dí cuenta de que al menos deería haber comida. No tomé toda la que pensé cuando salí de Cinnabar. También pensé en sacar a Blaine de su Pokéball en este momento, pensando en el par de segundos que me tomaría sacarlo en una crisis sin duda sería una diferencia entre la vida y la muerte. No tenía idea de qué tan en lo correcto iba a estar.
Dejé que Magnum se recargara con el generador del sótano, mientras Blaine y yo continuábamos explorando arriba. Estaba revisando el frigorífico cuando lo oí por primera vez, o más bien, cuando lo sentí por primera vez. Vibraciones. En un principio, parecían venir de todos lados, pero la intensidad se incrementó y Blaine me señaló la dirección de donde provenían.
Con una rebanada de jamón en mi boca, miré por la ventana para ver a un Onix arrastrándose lentamente por un costado de la colina, y me dí cuenta porqué. Había dejado las luces encendidas.
Los Onix no son el tipo de Pokémon que se ve usualmente en Pallet Town, y bien que sabía porqué estaba ahí. Sabía que teníamos que deshacernos rápidamente de este, así que abrí mi mochila y saqué de ella una bufanda de color azul claro.
Una Choice Scarf, algo que los psíquicos en Saffron habían inventado. Se la lancé a Blaine y él se la ató en el cuello. No estoy seguro de cómo funciona, pero nubló su juicio. Lo hacía enfocarse en una de sus habilidades una vez que la usaba, y en realidad estimulaba su enfoque a la hora de atacar. Lo hacía más rápido que cualquier cosa que hubiese visto.
Antes de que pudiese admirar la bufanda, una enorme cola de roca despedazó la ventana frontal, mientras nos preparábamos en el fondo de la cocina. Me di cuenta que Magnum no sería útil aquí, así que lo dejé en el sótano.
Esperamos nuestro momento para atacar, ocultándonos en el laboratorio que se desintegraba lentamente conforme el Onix se metía en él. Fue cuando metió su cabeza por la puerta que lo ví a la perfección: una enorme mordida al lado de su ojo izquierdo. Debió ser algo grande, otro Onix quizá, porque había destrozado su piel rocosa, exponiendo la carne suave bajo ésta. Algo sumamente asqueroso.
Sus ojos se veían sin inteligencia y sin vida, y sus movimientos eran lentos y erráticos. Su garganta dejó salir un rugido por lo bajo, y fue cuando le indiqué a Blaine que entrara en acción.
Saltó en un borrón de color naranja rojizo hacia el rostro de la criatura. "SUPERPOWER!" grité, y me quedé viendo como Blaine hundía sus puños y patas en el cráneo del Onix, matándolo sin tocar la piel rocosa, para evitar arañarse con esta.
Fue una escena salida de una película de horror, y no pude evitar sentirme orgulloso de que había entrenado a un Blaziken tan poderoso, uno que confiaba en mí lo suficiente como para mantenernos vivos a ambos, y... demonios... esto ya no tiene batería. Aguanta un momento, creo que hay una en el otro cuarto.
...
¿Qué pasa, Magnum?
...
Blaine, despierta. Escucha.
...
¡FLARE BLITZ, AHORA! ¡QUE NO TE TOQUEN! ¡MAGNUM, DAME UNA BARRERA POR ACÁ... OLVIDA ESO, FLASH CANNON DETRÁS DE TÍ!